Profes en Plaza San Martín. Foto propia, 19/08/17 |
Como hijo de profes -con respeto de nuevo- he visto sus luchas y he vivido sus sufrimientos: vivir con poca plata, reusar lo poco que tenías (del primo al primo al hermano mayor y al menor y hasta el siguiente), acomodarte para la comida del día, pedir fiado (disculpe vecina, no me han pagado), otra vez pedir fiado (esta semana que viene sin falta) y otra vez (ya no se pase vecina); decirle a quien le debas que te espere al siguiente mes, endeudarte para poder hacer algo con tu casa (una división, cambiar la puerta, comprarte algo porque la ropa ya se rompió), en pocas palabras: sacar la plata del aire. Peor aún si un profe tiene un hijo con discapacidad, que requiere una mayor atención y con ello, una mayor inversión.
Por todo ello nadie puede estar en contra de las luchas de los maestros: en que merecen un mayor sueldo (quien puede vivir con menos de 1000 soles al mes en una familia de 4 personas debería ser Ministro de Economía), mejores condiciones de trabajo (libros, laboratorios, materiales), mejor infraestructura (un cole limpio, espacios adecuados, una puerta decente). Pero también creo que una huelga, una negociación, no se te puede ir de las manos.
Cuando estás en una negociación debes ir dispuesto a dos cosas: a ganar... y a ceder. La huelga de los profesores perdió su Norte desde que se desautorizó a sus legítimos representantes (del SUTEP) para dar lugar, de un momento a otro, al liderazgo de Pedro Castillo. Deslegitimar a tu organización sindical no siempre es buena idea: lo que tengas de institucionalidad se va al tacho en unas horas, los líderes retirados pierden el piso que les costó armar, la opinión pública cree que así como cambiaron de líderes, pueden hacerlo de nuevo y a cualquier tiempo. Y lo más grave: pierdes capacidad de maniobra al optar por un nuevo personaje que te representa.
El punto más álgido de este proceso fue la intransigencia de Castillo al exigir adicionales sin sentido a su pliego de reclamos: un aumento no determinado de dinero (no puedes negociar si no sabes qué quieres ni cuánto le cuesta al país) y más aún el rechazar la evaluación docente que, mal que bien, obliga a los profesores a ordenarse. Es común escuchar historias como la del profesor que se duerme, que no llega, que está en el salón pero no hace nada. ¿Ellos ttambién merecen un aumento? ¿a ellos no se les debe evaluar?
Profes en la puerta del colegio Fanning de Jesús María en huelga. Foto Propia. 21/08/17 |
Ahora bien, toda evaluación es evaluable, eso sin duda, pero es siempre necesaria para verificar con evidencia qué es lo que hay que mejorar, qué se hace bien y destacable, qué se debe replica, qué se debe dejar de hacer, qué nunca volver a intentar; qué se logró, qué no se pudo, por qué. Finalmente, a todos nos evalúan y si no pasamos, nos botan del trabajo; entonces, ¿por qué no evaluarse?
Los profesores ganaron algunos beneficios en esta protesta. Es terrible que tengan que llegar a lo que han llegado (marchas de sacrificio, meses sin clases para los estudiantes, un maestro fallecido y varios otros heridos) para lograr mejoras económicas. Pero también se debe saber ceder. El Estado, como toda organización, maneja un presupuesto siempre limitado ante las enormes demandas del país; y en verdad los profes ya habían conseguido algo, no lo suficiente, pero algo; y comprometer las cuentas nacionales es algo que puede ser muy peligroso (imagínense otro fenómeno del niño, un terremoto u otra tragedia nacional). ¿Qué se requiere? ¿inyectar más dinero nacional aumentando la inflación? ¿incrementar los impuestos? ¿quizás redistribuir el gasto?
Estas preguntas no significan que todo quede "así nomás" con los queridos y usualmente desplazados profes. Debe procurarse seguir mejorando sus condiciones en serio, como también ellos deben aceptar las evaluaciones que se les debe realizar para un trabajo de calidad. Quizás deban observarse las evaluaciones y verificar si se adecúan a la realidad de cada colegio, pero cerrarse y entercarse en que no se despida a ningún profesor por malo que sea, no tiene sentido.
Lo único claro es que la huelga de docentes volvió a destapar uno de los enormes problemas del país, la educación. Y ahora nuevamente ha pasado este conflicto a la categoría de "latente" (como dice La DePe). Un problema del cual este y los siguientes gobiernos (es decir, los actuales partidos políticos) deberían ocuparse permanentementel, y no hasta la siguiente huelga.